11 septiembre, 2006

 

Huella

Mi entrada en política activa se produjo a principios del año 1983, en vísperas de las elecciones municipales, las segundas que se celebrarían en nuestro país tras la recuperación de la democracia. Tenía por entonces 18 años.

Tuve el honor ocupar el número 25, el último puesto, en la lista electoral del PSOE al Ayuntamiento de Telde. Aquella fue una lista que marcó el futuro del partido a nivel local. Pero lo relevante, por lo que devendría después, es que tuve la oportunidad de conocer y empezar a trabajar con quien encabezó esa lista, Antonio Ortega Santana.

Antonio ha sido, de hecho aún lo es, un valor importante, no sólo para el Partido, sino también para la ciudad, su querida ciudad de Telde. Tras las elecciones encabezó el Grupo Socialista y su participación en los diversos asuntos públicos estuvo siempre presidida por la honestidad y la inteligencia. Sensible a la importancia de la Educación y los Servicios Sociales, pero también a los de la Economía y el Urbanismo, no ha habido asunto del acontecer local en el que no haya contribuido con su criterio y dedicación.

Hay gente que deja huella. Es aquella gente que a su paso, por su dedicación, por su contribución, por sus valores, consigue que algo mejore. Antonio Ortega Santana la deja en muchos socialistas y en mucha gente de esta ciudad porque sin gritar, nos hace saber a todos y a todas que la coherencia, la honestidad, la seriedad, el esfuerzo, la limpieza y tener a los demás como idea prioritaria, es la esencia de la política. Lo es al menos la del Partido Socialista Obrero Español.

Ahora bien, si ya es difícil mantener estos valores durante el tiempo en que uno está en primera línea de la vida política, es de admirar que el compromiso se mantenga mucho más allá y le dé sentido a la palabra militancia. Antonio es un ejemplo de militancia, ya no sólo en su partido, sino en la defensa de unos valores y del objetivo de avanzar hacia una sociedad de más derechos y más igualdad. Es un activista ejemplar.

Veintitrés años después de haber encabezado aquella lista, es la única persona que conozco que, sin tener cargo público, sigue desempeñando una intensa actividad política en varios frentes, colaborando con varios medios de comunicación, con una convicción, lealtad, entusiasmo y dedicación digna de admiración.

Hoy Antonio Ortega, mi maestro, cumple 71 años. Su dedicación a la política y su cercanía a la gente, especialmente a quienes peor lo pasan, sigue dejando huella imperecedera, la huella de Don Antonio, el de Correos.

Es un buen momento para pararse unos segundos y felicitarnos por contar con él. Siempre es un regalo tener como maestro y compañero a un hombre honesto y sabio.

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