22 enero, 2007
Salud, seguridad y tranquilidad
Es la aspiración de cualquier ser humano y lo que cualquier ciudadana o ciudadano demanda para sí y los suyos. Son las cosas que cualquiera desea encontrar en el lugar en el que vive.
Justo eso es lo que, megáfono en mano, reivindicaba una activa Mensa en la manifestación que contra la instalación de una nueva antena de telefonía móvil, recorría con cientos de vecinas y vecinos las calles de Ejido el pasado sábado. Una manifestación más en este barrio que se une a las que ya se han producido en Playa del Hombre, Jinámar, Clavellinas, La Garita… en tantos lugares de nuestro municipio y que exigen que haya cuanto antes una ordenanza que regule la instalación de estas antenas, sobretodo, garantizando que no se haga en las zonas de residencia o en las inmediaciones de lugares públicos (colegios, parques, iglesias, locales…).
Salud y seguridad, y la tranquilidad de que las instituciones no permiten que nadie haga nada que ponga las dos primeras en peligro, son demandas justas. Los casos de enfermedades de distinto tipo, en muchas ocasiones con resultado de muerte, que suelen abundar en las inmediaciones de estas antenas, han hecho saltar las alarmas desde hace tiempo. Ya no es sólo el sufrimiento que va aparejado a la enfermedad de uno mismo o de un familiar, sino la intranquilidad que se vuelve angustia al temer que las posibles radiaciones de la que hablan los expertos acaben afectando a alguien de los tuyos.
Es cierto que hoy sería incomprensible nuestra sociedad sin el uso de los teléfonos móviles. Es cierto también que para que puedan usarse y que no haya zonas sin cobertura es preciso la existencia de estas antenas. Pero también es cierto que por encima de todo eso está la vida, la salud y la tranquilidad de que ninguna de las dos sea pasto del progreso.
En Telde hace ya cuatro años que, como portavoz del PSC-PSOE y aún en el mandato de CC, presenté una moción solicitando que el Ayuntamiento se dotara de una ordenanza que regulara la instalación de estas antenas. Por unanimidad, hablamos de febrero de 2003, se aprobó inicialmente esa ordenanza. Luego vinieron las elecciones y esa ordenanza no vio más la luz en su trámite de aprobación definitiva. Hace algunos meses fue CC quien presentó nuevamente una moción solicitando tal regulación. Otra vez aprobación unánime, pero seguimos en las mismas. Está claro que a los partidos que gobiernan en Telde ahora no les ha inquietado en lo más mínimo este asunto y han dejado que pasara el tiempo. Por tanto, regular mediante la preceptiva ordenanza la instalación de las antenas de telefonía móvil va a ser una de mis prioridades a partir de mayo, de tal forma que pueda garantizarse que no se instalen antenas en los núcleos urbanos ni cerca de zonas de uso ciudadano.
Pero más allá de esta regulación, creo que la movilización ciudadana en relación con este asunto tiene un mensaje que debe llegar alto y claro a las todopoderosas operadoras de telefonía móvil: hay que gastar en investigación para reducir a cero los efectos sobre la salud de las personas de estas nuevas tecnologías tanto o más de lo que se invierte cada año en hacer los teléfonos más chipiritifláuticos. Es cuestión de prioridades.
Mientras tanto, seguiremos apoyando las movilizaciones vecinales, que deben ir acompañadas de información y sensibilización para que entendamos que el problema existe y que nos afecta a todos y a todas.
Justo eso es lo que, megáfono en mano, reivindicaba una activa Mensa en la manifestación que contra la instalación de una nueva antena de telefonía móvil, recorría con cientos de vecinas y vecinos las calles de Ejido el pasado sábado. Una manifestación más en este barrio que se une a las que ya se han producido en Playa del Hombre, Jinámar, Clavellinas, La Garita… en tantos lugares de nuestro municipio y que exigen que haya cuanto antes una ordenanza que regule la instalación de estas antenas, sobretodo, garantizando que no se haga en las zonas de residencia o en las inmediaciones de lugares públicos (colegios, parques, iglesias, locales…).
Salud y seguridad, y la tranquilidad de que las instituciones no permiten que nadie haga nada que ponga las dos primeras en peligro, son demandas justas. Los casos de enfermedades de distinto tipo, en muchas ocasiones con resultado de muerte, que suelen abundar en las inmediaciones de estas antenas, han hecho saltar las alarmas desde hace tiempo. Ya no es sólo el sufrimiento que va aparejado a la enfermedad de uno mismo o de un familiar, sino la intranquilidad que se vuelve angustia al temer que las posibles radiaciones de la que hablan los expertos acaben afectando a alguien de los tuyos.
Es cierto que hoy sería incomprensible nuestra sociedad sin el uso de los teléfonos móviles. Es cierto también que para que puedan usarse y que no haya zonas sin cobertura es preciso la existencia de estas antenas. Pero también es cierto que por encima de todo eso está la vida, la salud y la tranquilidad de que ninguna de las dos sea pasto del progreso.
En Telde hace ya cuatro años que, como portavoz del PSC-PSOE y aún en el mandato de CC, presenté una moción solicitando que el Ayuntamiento se dotara de una ordenanza que regulara la instalación de estas antenas. Por unanimidad, hablamos de febrero de 2003, se aprobó inicialmente esa ordenanza. Luego vinieron las elecciones y esa ordenanza no vio más la luz en su trámite de aprobación definitiva. Hace algunos meses fue CC quien presentó nuevamente una moción solicitando tal regulación. Otra vez aprobación unánime, pero seguimos en las mismas. Está claro que a los partidos que gobiernan en Telde ahora no les ha inquietado en lo más mínimo este asunto y han dejado que pasara el tiempo. Por tanto, regular mediante la preceptiva ordenanza la instalación de las antenas de telefonía móvil va a ser una de mis prioridades a partir de mayo, de tal forma que pueda garantizarse que no se instalen antenas en los núcleos urbanos ni cerca de zonas de uso ciudadano.
Pero más allá de esta regulación, creo que la movilización ciudadana en relación con este asunto tiene un mensaje que debe llegar alto y claro a las todopoderosas operadoras de telefonía móvil: hay que gastar en investigación para reducir a cero los efectos sobre la salud de las personas de estas nuevas tecnologías tanto o más de lo que se invierte cada año en hacer los teléfonos más chipiritifláuticos. Es cuestión de prioridades.
Mientras tanto, seguiremos apoyando las movilizaciones vecinales, que deben ir acompañadas de información y sensibilización para que entendamos que el problema existe y que nos afecta a todos y a todas.
